Cultura e historia
La experiencia coreana del azarte se compone de juegos populares (yut-nori para las fiestas, hwatu/flower cards, janggi y baduk) y una larga tradición de restricciones legales heredadas de la ética confuciana y reforzadas en el siglo XX.
En la posguerra, el estado legalizó los formatos «socialmente útiles» - lotería y sorteos para carreras de caballos/ciclismo/carreras de barcos - como una herramienta para financiar deportes y programas públicos.
Una clara excepción fue Kangwon Land, el único casino donde los ciudadanos pueden entrar, concebido como un proyecto de reindustrialización regional; otros casinos están dirigidos a extranjeros (Seúl, Incheon, Jeju).
En la cultura K, las azartas aparecen puntualmente -desde doram sobre gestión de riesgos y batallas de cartas hasta tramas cibernéticas-, pero el consenso público sigue siendo discreto: la prioridad del juego responsable, las autolimitaciones y el control de los efectos negativos.