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Primeros casinos en Francia

El «casino» francés del siglo XIX no es en absoluto como el mito de las salas de juego ruidosas. Al principio eran «casas de temporada» de vacaciones - salones de lectura de periódicos, pelotas, conciertos, teatro, y sólo después - salas de juego. En estos espacios nació una nueva cultura urbana del ocio, que fue conectada por la moda de los tratamientos de spa y los ferrocarriles que abrieron París al mar y las montañas.


Contexto: después de las revoluciones - al «arte de la noche»

Finales del siglo XVIII y principios del XIX en Francia pasaron bajo el signo de prohibiciones y una moral rígida. Las casas de juego equiparaban a los criaderos del vicio, y el juego legal sólo era posible en espacios estrictamente permitidos. En la práctica, fue el balneario el que se convirtió en un compromiso: aquí la aristocracia y la nueva burguesía combinaron el trato, los paseos, la música, el baile y - un juego moderado bajo la supervisión de las autoridades municipales.


Resort como laboratorio de casino

Ciudades de spa

Vichy, Wittel, Contrexeville, Plombière-les-Bains y otras direcciones balneológicas hicieron del casino parte de un «día curativo»: por la mañana - agua y paseos, por la noche - concierto, baile y salas de cartas. El umbral de entrada estaba determinado por el código de vestimenta y las contribuciones; el juego fue como una continuación de una conversación secular, no un fin en sí mismo.

Costa marítima

Desde mediados del siglo, los balnearios de Normandía y el Atlántico - Trouville, Deauville, Diep, Biarritz - se han convertido en símbolos del «nuevo ocio». Aquí París se reunía en temporada: la corte imperial de Napoleón III solía estar en Biarritz, y el duque de Morney desarrolló Deauville como un «balneario-escaparate». Los pabellones de casino del complejo se convirtieron rápidamente en centros de vida nocturna.


Arquitectura y estilo: desde el pabellón hasta el palacio

Los primeros edificios eran modestos: pabellones con sala y galería. Pero a finales del siglo XIX, la moda, la competencia y el surgimiento de un público rico llevaron a la arquitectura de Belle Époque: fachadas con columnatas, jardines de invierno, auditorios, rotondas, restaurantes. El casino se convirtió en el «palacio de la noche», una síntesis del teatro, la danza y el juego. La opereta y la mazurca, la lotería de la pelota benéfica y la «sala de cartas» estaban contiguas en los carteles.


Rieles, periódicos, etiqueta: infraestructura de placeres

Los ferrocarriles (1850-1880) hicieron el fin de semana en el mar accesible y previsible.

La periodicidad mantuvo la moda: columnas sobre balnearios, reportajes de pelotas, crónica secular.

La etiqueta consolidaba las formas de comportamiento: aseo estricto, respeto a las señoras, moderación en el juego, donaciones a la caridad - «buen tono» como pase a la sociedad.


Juegos y salones: qué jugaron

La ruleta (en la tradición europea/francesa single zero) poco a poco se consolidó como la «reina del salón».

Trente et quarante (Rouge et Noir) es un clásico juego de cartas francés del siglo XIX, rápido y espectacular.

Baccarah es un juego de salones que más tarde entró firmemente en el repertorio.

Faraón y vista - para oficinas privadas y clubes.

El juego fue acompañado por una orquesta, y las pausas llenaron el baile y la lectura en la biblioteca/salón.


Normas y controles: de los permisos municipales al marco nacional

La mayor parte del siglo XIX los casinos existían bajo el esquema de concesiones municipales: la ciudad autorizaba la «casa de la temporada» con un programa de entretenimiento, y el juego iba como complemento - con limitaciones de tiempo y formatos. La supervisión corría a cargo de las prefecturas y la policía, se hacía hincapié en el orden y la moralidad: no había «apuestas calientes» demostrativas, multas por infracciones, cierres tempranos en días «familiares».

A finales del siglo y a finales del siglo, el Estado formalizó reglas más precisas: el resort, la estacionalidad, el programa cultural y el control del juego se convirtieron en una única lógica que a principios del siglo XX se traduciría en el famoso «modelo de casino balneario» (permiso en ciudades costeras, balneológicas y climáticas bajo supervisión cercana a la actual).


Escena social: quién fue el «héroe» del salón

La aristocracia y la burguesía superior se pusieron de moda: retretes vespertinos, bolas de caridad, abonos.

A los artistas y literatos les gustaban los resorts como «escenas de la sociedad» - las réplicas de los salones y los paseos son fáciles de encontrar en la memoria de fin de siglo.

Se consideraba que los jugadores profesionales rompían la armonía: el código del balneario fomentaba la moderación, no la caza del banco.


Efecto económico: «noche larga» como modelo de negocio

El casino del siglo XIX tiró de hoteles, restaurantes, atelier, taxis, músicos. El complejo ganó marca y «temporada alta», las ciudades invirtieron en terraplenes, iluminación eléctrica, teatros y jardines de invierno. El componente de juego seguía formando parte del paquete -junto a los conciertos y la gastronomía-, que aseguraba la sostenibilidad: se podía llegar «a las pelotas y a las aguas», y el juego era como opción.


Por qué Francia marcó «el tono de Europa»

1. Lógica del complejo. Los franceses asociaron el casino con la cultura del lugar: mar/aguas minerales + música + cena + etiqueta + juego.

2. Estilo arquitectónico. Belle Époque convirtió la «casa de la temporada» en un «palacio», convirtiendo la velada en un evento.

3. Moderación y reglas. El control y el «guión de la noche» mantuvieron el equilibrio entre el entretenimiento y el riesgo innecesario, que más tarde entraría en el ADN de la modelo francesa.


Cronología (muy breve)

Principios del XIX: salones locales en los balnearios como centros culturales; juego - esporádicamente y bajo estrictas prohibiciones.

Mediados del XIX: «centros turísticos de moda», ferrocarriles, el crecimiento de los pabellones de casino de temporada en Normandía, en el Atlántico y en las zonas de spa.

Finales del siglo XIX/la frontera de los siglos: Belle Époque, teatros y jardines de invierno bajo el casino, consolidando las concesiones municipales y el estado del balneario como condiciones.

Principios del XX: codificación del modelo de resort y diseño del «estándar francés» del casino (con programa cultural y control).


Patrimonio del siglo XIX en la actualidad

Al entrar en cualquier sala histórica de Francia, verá el mismo escenario: terraza y paseo marítimo, cartel de conciertos, restaurante antes o después del juego, servicio de cortesía, código de vestimenta smart casual y respeto a las reglas. Es el heredero directo del siglo XIX, donde el casino no es una «fábrica de azartes» separada, sino el corazón de una noche de resort.


El siglo XIX dio a Francia la lengua del casino: el resort, la cultura y el juego moderado. De los humildes salones crecieron los palacios de la Belle Époque; del entretenimiento esporádico es la elaborada arquitectura nocturna del ocio. La modelo francesa ha demostrado que el casino puede formar parte de la estética urbana y de la marca turística, no de su antípoda... y por eso ha vivido un siglo sin perder casi el encanto.

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