Panamá entra en una fase de digitalización acelerada, donde la prioridad será actualizar las normas para el e-gaming, unificar los procedimientos AML/KYC y profundizar el control de las plataformas en tiempo real.
Se espera la expansión de los ecosistemas cashles (e-wallets, pagos tokenizados), el desarrollo de la omnicanalidad (un conjunto de casinos terrestres y cuentas en línea) y la amplia implementación de análisis de datos/AI para personalizar y gestionar los riesgos.
El modelo turístico «casino + hotel + MICE» recibirá un nuevo impulso gracias a los grandes eventos y flujos de tránsito, que apoyarán los ingresos no gaming y suavizarán la estacionalidad.
La actitud conservadora hacia los criptoactivos continuará, pero los pilotos son posibles dentro de un estricto cumplimiento del origen de los fondos y de los informes.
El refuerzo de ESG y de las herramientas de juego responsable (límites, autoexclusión, control de comportamiento) se convertirá en un estándar para las licencias.
En general, Panamá consolidará la posición del iGaming-hub regional, combinando regulación previsible, infraestructura en dólares e inversión tecnológica.