Hasta 2030, es probable que el mercado boliviano evolucione hacia un modelo híbrido: las salas fuera de línea mantendrán el núcleo y el segmento en línea -desde las apuestas hasta los casinos en vivo- saldrá gradualmente de la «zona gris», sujeto a reglas claras y un marco fiscal.
Los principales impulsores son el tráfico móvil, los métodos de pago locales y digitales, así como el interés por las apuestas deportivas (principalmente el fútbol).
El enfoque estatal pasará al control de riesgos: KYC/AML, límites, autoexclusión, protección de menores.
El escenario base es un crecimiento moderado debido a la digitalización y estandarización del cumplimiento; un escenario acelerado es cuando se lanzan licencias transparentes y se atrae inversión turística (hoteles con casinos, clústeres de entretenimiento).
Entre los riesgos están la competencia offshore, las restricciones de pago y la volatilidad macroeconómica.
Para los operadores, las prioridades serán mobile-first UX, localización, juego responsable y asociaciones con deportes y hoteles.