El segmento fuera de línea boliviano está representado principalmente por salas de ranura y clubes bingo en las ciudades más grandes (La Paz, Santa Cruz, Cochabamba), complementados con ruleta electrónica, blackjack y un número limitado de mesas de poker.
El formato es urbano, sin complejos turísticos integrados a gran escala: los principales impulsores del tráfico son los residentes locales, los viajeros de negocios y parte de los turistas (temporada alta en los destinos de Uyuni/Titicaca).
Los operadores apuestan por tragamonedas de vídeo rápidas, promociones y mini zonas VIP con límites elevados.
La supervisión de la Autoridad de Fiscalización del Juego (AJ) proporciona controles estrictos de licencias, equipos y procedimientos RG/AML; la publicidad y el horario de apertura están regulados.
La tendencia de los últimos años es la renovación de la flota de tragamonedas, pagos sin tarjeta y un mayor énfasis en el juego responsable.