Las prácticas de juego de Suriname se desarrollaron en la intersección del patrimonio colonial neerlandés y las tradiciones culturales de las comunidades - criollas, industanas, javanesas, marunianas e indígenas.
Históricamente, loterías y bingos se han convertido en un formato masivo, y en el entorno urbano de Paramaribo se han arraigado juegos de cartas, dominó y hábitos totalizadores en torno al fútbol y al boxeo.
Desde la década de 1990, el modelo hotelero-casino se ha consolidado en la capital, combinando ranuras, ruleta y ocio ligero vespertino (música en vivo, bar-cultura).
El trasfondo cultural lo marcan el kaseko, el kawina, los festivales callejeros y las fiestas comunitarias; el juego al mismo tiempo se percibe como parte del pasatiempo social y no del ocio elitista.
Las tendencias actuales son el juego responsable, la publicidad discreta, las promociones temáticas en vacaciones y el creciente impacto de los hábitos digitales (plataformas offshore, pagos móviles), que conviven con los tradicionales encuentros «en la mesa» y sorteos locales.