La cultura de juego de Venezuela se formó alrededor de loterías y salones de bingo populares, que permanecieron disponibles durante mucho tiempo como entretenimiento diario.
En la capital y los centros turísticos funcionaban casinos club con ruleta y tragamonedas, combinados con el escenario nocturno - música, restaurantes, espectáculos -.
En la década de 2010 se produjo un duro retroceso con el cierre de gran parte de los establecimientos, que desplazó la actividad a formatos informales y a apuestas deportivas.
A partir de 2021 comenzó el reinicio cauteloso del offline: los casinos vuelven a integrarse con hoteles y eventos.
En apuestas, los «anclas» culturales son el béisbol (liga LVBP, temporadas del béisbol caribeño) y la creciente popularidad del fútbol («La Vinotinto»), bajo el cual se forman vistas colectivas y expresos.
Al final, la escena del juego venezolano combina la tradición de loterías/bingo, el formato de club urbano y el moderno betting móvil, y su ritmo está estrechamente relacionado con los ciclos económicos y la agenda regulatoria.