Tras el relanzamiento permitido en 2021, los casinos terrestres y el bingo vuelven a generar ingresos «duros» (en USD), manteniendo el empleo y la ocupación de los clústeres hoteleros y de entretenimiento (Caracas, estados turísticos).
Los ingresos presupuestarios se generan a través de tasas de licencia e impuestos especializados, así como el IVA indirecto de los servicios asociados.
Los principales impulsores de la demanda son: jugadores locales de cheque medio/alto y turistas de entrada; el pico del tráfico son los fines de semana, los eventos deportivos y los periodos festivos.
El segmento en línea sigue siendo parcialmente «gris», por lo que las estadísticas al respecto son incompletas y dependen en gran medida de la aplicación de la ley.
Tendencias clave: la progresiva premialización de los salones, la integración con hoteles/eventos y la creciente importancia de las medidas de juego responsable para una recaudación fiscal sostenible.